La
santa de los ladrones y los asesinos, cierto, pero también de
muchísima gente común que le pide el milagro de hallar
un empleo. La santa de aquellos que se cansaron de rogarle a San Judas
Tadeo. En épocas de crisis y violencia , de desesperanza e incertidumbre,
hay que tener de que agarrarse. Tal vez por eso los devotos de la Santa
Muerte se han multiplicado con rapidez, sobre todo en las zonas populares
de la ciudad de México, como el barrio de Tepito, así
como en las colonias Doctores y Merced, zonas donde han proliferado
los lugares de culto, donde se reúnen cientos de creyentes en
demanda de una protección más poderosa, provocada, tal
vez, por el sentimiento de vulnerabilidad y el declive de la religión
católica.
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